¿Qué sabes? dime. Oscureciendo,
yaces sobre tu sombra, muerto y solo,
como un aluna triste, derribada
por el viento amarillo del otoño.
Yo sé que existe el mar; tú no lo sabes.
Yo sé que existe el mar, lejos, remoto,
y que la tierra late, dulcemente
bajo mi pie desnudo, si la toco.
Tú sabes más que el mar. Tan hondo vives,
que he llegado hasta ti y no te conozco.
La tierra no comprende tu mirada.
Solo a la eternidad miran tus ojos.