Me queda el color de tu pupila un instante antes de besarte
Me quedan las ganas de volver a lamer tus ingles
Me queda la chispa que recorre mi espina dorsal al tocarte
Me quedan las cenizas del incendio que provocó en mi piel tu roce simple
Yo sigo aquí, inerte
esperando el calor de tu abrazo.
Aguardando el momento oportuno de morderte
Y enseñarte mil formas de dormir en mi regazo
Sin saber cuándo
irremediablemente
volveré a perderte.