Despertamos en el páramo baldío de la indiferencia
Creo ver el fin del mundo en tus ojos
Tu apenas sonríes sin darle importancia
Yo siento romperme en dos mil trozos.
El silencio está hecho de acero frío y afilado
Las palabras se tornan huecas y vacías
Ya ni siquiera me duele que mires a un lado
Decías que me querías
Tú sabias que mentías
Yo te quería y no sabía que mentía.
No hay culpa, no necesitamos perdonar
Amargo final pero es mejor que no sentir nada cuando acaba el día
Pasarán años y sabré que
Tal vez, no debí abandonar