No hay nada más doloroso que las heridas que uno mismo se hace.
Quiero sentir hasta lo que me destruye, para saber a que me enfrento. Aunque curiosa y desafortunadamente soy todo el tiempo mi mayor enemigo, aquel ante el que no cedo, ni el cede a mi. Quisiera poder sentir que puedo evitar esa destrucción. Por el momento, y no sé hasta cuando, intento tener una relación cordial con este sujeto que se ha declarado mi enemigo y yo le respondo: ¡Nos volveremos a ver mañana en el mismo espejo!, y quizá habrá cambiado algo o no.