Entre palabras la tierra del silencio
entre personas el hambriento sonido.
En mi casa, entre harapos de voz,
el piano que mamá vendió
para pagar la fiesta,
resuena sordamente con música roñosa.
En el canto mi padre, cuidando su jardín,
ya sin chicos ni juegos,
se distrae en las resacas del recuerdo.
Así lo pierdo,
en el espejo oscuro que hace la soledad
brilla el reflejo roto
que divide mi nombre.
Esta es mi condición
ser red liviana para peso alguno,
sin patria, sin retorno, sin pasado,
con una piedra oscura ante mis ojos,
que el corazón golpea con su puño mojado,
con una piedra madre
que sostiene mis labios con la luz que me ahoga.