Mientes con la razón de la estrecha aventura
que se concluye de rodillas y cerrando los ojos.
Rodeado entre gemidos por la conciencia brava
la realidad te abruma y no te da albergue,
los delirios te consuelan y el sol te fatiga,
tu trabajo más penoso es el de encontrar las palabras
que en otras bocas crees ver convertidas en piedras.
Al hablar sientes que por tus labios pasa
un torrente de plumas,
y al escucharte no confías en tus oídos
más que cuando callas,
si no siembras, tu recogimiento es torpe
la duda te marea con la forma del mar
tu muerte labra un acta de asedio
su horario caprichoso que deseas vencer,
tu vida es más desordenada que tus sueños
en la ley de los cuerpos hallas ofensa
al caos imaginario te lanzas sin cesar
cuando comes o fornicas rondas tus sentidos.
¿Por quién habrías de preguntar si todavía no te has hallado?
Si te hablo así es porque compartes mi mesa
y bebes con mi garganta invitado por la locura.
Te apago sobre mi cara cuando tu máscara arde
y tiembla mi corazón, bajo la ducha amarga;
te arranco de mi alma y bajo mis ojos te retuerces
como algo sin nombre que es diferente a todo
hasta que alguien me convide a dialogar
para que el acecho que sostienes no alcance la victoria.