La oscuridad. La primera.
El enigma.
No la mala oscuridad. No la mala.
No la fría, profunda oscuridad.
La espalda.
Toda espalda en la oscuridad y ver el cielo.
Ver el cielo pasar entre día y noche.
La desconocida tierra donde la semilla buscó al árbol.
Esa, invisible oscuridad, donde jamás puedo verme.
Alzo mis manos y mis hojas caen.
La primera, el principio, el olvido,
y ver, recuerdo del instante, pensamiento del futuro,
la imaginaria zona de la realidad frente a frente, bestia a bestia.
El enigma, la oscuridad, algó más allá de estas estrellas y de estas manos.
Algo atrás...
Algo muy atrás que me reclama,
como el cuerpo al cuerpo del que sueña, abrir los ojos.