Héctor Flores

Mirando este celular.

Tras el rectángulo
de sofisticados materiales,
ordenados laberínticamente,
como ventana milagrosa
(aunque peligrosa),
pedazos de mundo se entretejen
y destejen,
construyen y destruyen;
con luces y oscuridad,
con pulgares y con ojos
caminamos todos los días
apurados
en su mundo público y cronometrado.
 
                 Mientras tanto, un gallo canta como a las cinco.

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