¡Oh! Creador, bajo tu luz cantamos
porque otra vez nos vuelves la esperanza.
Como los surcos de la tierra alzamos
la exhalación de nuestras alabanzas.
Gracias a Ti por el glorioso día
en el que van a erguirse las acciones;
por la alborada llena de alegría
que baja al valle y a los corazones.
Se alcen las manos, las que Tú tejiste,
frescas y vivas sobre las faenas.
Se alcen los brazos que con luz heriste
en un temblor dorado de colmenas.
Somos planteles de hijas todavía;
haznos el alma recta y poderosa
Para ser dignas era el sumo día
en que seremos el plantel de esposas.
Venos crear a tal honda semejanza,
con voluntad insigne de hermosura;
trenzar, trenzar, divinas de confianza
el lino blanco con la lana pura.
Mira cortar el pan de las espigas;
poner los frutos en la clara mesa;
tejer la juncia que nos es amiga;
¡crear, crear, mirando a tu belleza!
El hijo nuestro encontrará extendido
ya su pañal con suavidad de luna;
el hijo nuestro va a encontrar henchido
el labio ardiente de canción de cuna.
¡Oh!, Creador de manos soberanas,
sube el futuro en la canción ansiosa,
que ahora somos el plantel de hermanas,
pero seremos el plantel de esposas.