¿Dónde estás, Julia?
¿Dónde estás, Julia?
¿Acaso la tierra te tragó,
o el tiempo te escondió en otro rincón
donde ya no se llega a la orilla del recuerdo?
No sé qué hicimos,
ni qué fue lo que me hizo correr
como si al huir pudiera salvarme
de lo que aún me quema.
Si pudiera volver atrás,
si tan solo supiera el camino
a la puerta de tus ojos,
ese que cerré sin llave,
sin razón.
Te llevaste todo,
y nunca supe qué hacer con eso.
La luz de tus palabras,
la manera en que el mundo parecía detenerse
cuando tu risa se escapaba,
y yo, ciego de mis miedos,
de mi adolescencia perdida,
te dejé ir como si no fuera mi vida
la que se desangraba sin ti.
Te mentí, Julia,
y lo peor es que no lo sabía.
No sabía que el amor
no es un juego ni una huida,
que no se regala y se deja marchar
sin que te arrastre.
Que no se puede romper
lo que en realidad nunca entendí.
No te dije lo que debí,
y te hice callar en los silencios
donde más gritabas.
¿Te dolió?
Me duele tanto no haberlo visto,
y te pido perdón,
pero el perdón está tan lejos
que ni el viento me lo trae.
¿Dónde estás, Julia?
El eco de tu nombre sigue en el aire,
como una promesa rota,
como una canción que ya no tiene voz.
Y yo aquí,
tratando de volver a ser quien no supe ser,
tratando de resucitar lo que enterré
sin entender.
Te pido, si alguna vez me oyes,
que me perdones.
Porque aunque nunca volví a saber de ti,
mi alma lleva tu ausencia
como una herida que nunca se cura.
