Fran Gonzalez

Niña que vino del frio

 
Vino del frío,
pero en su risa
dormía la luz de un fuego antiguo,
fuego que nadie vio encender
pero que ardía en cada una de sus palabras.
 
Era de un invierno que no conocía mi piel,
de un horizonte pálido y distante,
de un lugar donde el sol apenas se atreve
a rozar los tejados.
 
Pero en sus manos,
el hielo era seda,
las sombras se volvían refugio,
y el mundo, con su voz,
parecía menos cruel.
 
Era la brisa que no quema,
la nieve que no hiere,
la promesa de que hasta en el invierno
puede florecer el deseo.
 
Y sin embargo,
siempre parecía estar a punto de irse,
como si el viento aún la llamara,
como si el frío aún la reclamara.
 
Y yo,
solo supe desear
que se quedara.

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