No eras tú.
Eras la posibilidad.
Eras la versión de mí
que quedó dormida
cuando elegí otro camino
Eras la risa que no lancé,
la locura que postergué,
el incendio que miré
desde la orilla.
En tus gestos intuí
una puerta,
no hacia ti,
sino hacia lo que fui
antes de volverme sólido.
Y sin embargo,
no puedo nombrarte
sin que algo en mí tiemble.
No porque me faltes,
sino porque me señalas
lo que yo mismo
me oculté.
Eras tú,
y no eras tú.
Eras la imagen precisa
del desvío que no tomé,
y que aún me llama
en silencio.