A veces me habito,
y a veces me vigilo.
Hay días en que me pregunto
si soy yo el que camina,
o un eco que se inclina
hacia lo que no debe nombrarse.
No es amor,
no es deseo en llamas,
es algo más fino,
como una hebra de luz
que me tira del pecho.
Tú no haces nada,
pero estás.
Y con estar,
desordenas.
Y yo,
con esta vida que me abriga,
con este amor que he elegido y construyo,
me descubro mirando una grieta
por donde entra el viento.
No haré nada.
Lo repito como un rezo.
Pero a veces,
me encuentro al borde de mí,
mirándome desde afuera,
preguntando
quién serías tú
si yo me soltara.