Esa noche no dormí.
No podía.
Tu voz seguía sonando
en el hueco exacto
donde a veces
se aloja la culpa.
No hicimos nada.
Y sin embargo,
mi cuerpo te buscaba
en cada pliegue de las sábanas.
No sé si esto es amor.
Pero sí sé
que desde ayer
no hay vuelta atrás.