Increíble la manera en que un día todo es tan banal,
la mañana, la noche, el café, el tabaco, la comida, la poesía,
la música, las personas y el amor.
Como un hueco que tienes entre el pecho, quizá en los pulmones,
quién sabe dónde.
Sin embargo, sin trascendencia alguna, una fecha siguiente
si bien no sabe mejor todo, los huesos se vuelven más livianos,
nada pesa y nada duele.
Bendita dicha, pues agradezco la fortuna, tomando en cuenta,
que el día anterior apenas pude arrastrarme a la cama,
cenar sin placer y dormir sin soñar.