Desde que llegué a este lugar
no he podido ignorar
el espacio entre mis dedos.
Pareciera que fueron hechas para encajar como rompecabezas.
Como si cada espacio en ellas tuviera,
desde su creación,
un homólogo perdido.
Ni el agua, ni la tierra ni el viento perduran
Ni el calor, ni el frío se quedan
Todo llega
y, eventualmente, todo se va.
He sostenido entre mis dedos más humanidad que el papa
Me he esforzado por no soltar de mi mano tanta materia como mis propios átomos permiten
Me he sujetado con estas manos a tantas cosas que el mundo entero lleva marcas de mi ser
algunas veces incluso (quizá más de un par) me sentí convencido de haberlo logrado
algunas otras (quizá más que gotas en el mar) me costó convencerme que había fallado.
Mi mano, vacía de ser y llena de espacio
lleva tanto tiempo ya, buscando, que había perdido la fe
Caminé, corrí, gateé y hasta nadé buscando
y nada encajaba.
Y justo en ese momento,
el momento en que nuestras falanges
se abrazaron con el abrazo del fin de la guerra,
el momento en que el calor de mi mano
chocó con tu frío y derritió los polos
en ese momento,
supe que tus manos
encajaban en las mías
como si hubieran sido creadas a la par.