En campos de silencio, el alma vuela,
donde el sol acaricia el verde suelo,
las luces del ocaso son un velo
que envuelve las esperanzas, cual panela.
Las sombras murmuran, la brisa anhela,
susurros de un amor que es puro anhelo,
en cada rincón, un canto, un destello
que enciende en el corazón la centinela.
Oh, dulce tierra que a la vida das,
en ti florece el eco de lo eterno,
las manos unidas, un solo compás.
Y aunque la tristeza a veces es tierno,
en la fe y el amor hallamos paz,
bajo el manto divino, siempre eterno.