Atenuante de Soledad
En la quietud del alma, gozo nace,
un bálsamo divino, luz radiante,
que en el abrazo etéreo de lo sagrado,
la soledad a su compás amansa.
El espíritu se alza, vuela libre,
en alas de la paz y la alegría,
y en su vuelo, la soledad se esfuma,
pues encuentra en sí mismo compañía.
El gozo espiritual, regalo eterno,
que en la intimidad del ser florece,
un sol resplandeciente en la oscuridad.
La soledad se torna en dulce encuentro,
con lo divino que en nuestro ser crece,
y en su gozo y plenitud, encontramos unidad.
