El tiempo es un río que nunca retorna,
un laberinto de espejos sin fin.
En cada página arde un destino,
y cada palabra nos vuelve a escribir.
Somos el sueño de un dios que nos sueña,
sombras de libros que nadie leyó.
En cada instante se forja el pasado,
y todo se pierde, salvo el amor.
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El tiempo es un río de aguas dormidas,
sus cauces se cruzan sin volver jamás.
Cada hombre es todos,
y todos un solo reflejo fugaz.
El azar es un dios que mueve las sombras,
su mano invisible traza el porvenir.
Los libros son puertas que llevan a otros,
y en cada lectura renacen en mí.