Sombras en la habitación
Despertar con el peso de los días,
como un ladrillo húmedo sobre el pecho.
Oír mi nombre en un eco mudo,
como si el viento lo susurrara al vacío.
Tener miedo de la noche,
no por la oscuridad, sino por su ausencia.
Dejar la radio encendida,
para que al menos el aire hable.
El whisky arde,
pero no calienta.
La lluvia cae,
pero no limpia.
Caminar por la casa como si alguien más estuviera aquí,
como si aún quedara un rastro de su sombra.
Cerrar los ojos y pretender que no pasa el tiempo,
aunque el reloj insista en recordarlo.
Mirar el teléfono sin motivo,
esperar mensajes que nunca llegarán.
Recordar las palabras que nunca dije,
como si el pasado pudiera rehacerse.
El futuro es un charco turbio,
donde flotan restos de promesas rotas.
El presente,
una bruma que pesa como plomo.
Y darme cuenta,
con la cruel certeza del insomnio,
que tal vez alguna vez fui feliz,
pero no lo supe.
