Libertad: Pájaro Enjaulado
El reloj de la torre, un tictac sordo y lento,
marca el tiempo que se escurre, grano a grano,
entre las manos de un pueblo, inerme, atento,
a la promesa rota, al eco vano.
La libertad, un pájaro enjaulado,
canta un lamento agrio, débil y triste,
mientras la mentira, con rostro maquillado,
se pasea impune, soberbia y persistente.
Las calles grises, testigos mudos y fríos,
de silencios cómplices, de miedos ocultos,
donde la verdad, en susurros huidizos,
se enfrenta al poder, con pasos inseguros.
Un muro invisible, de cemento y temor,
divide la esperanza de la desesperación,
pero en el corazón, un fuego aún arde con fervor,
la chispa rebelde, la tenaz vocación.
La máscara cae, el engaño se desmorona,
la verdad, cual río, busca su cauce incesante,
y aunque la lucha sea larga y la derrota cercana,
la semilla de la libertad, germina constante.
Porque la verdad, aunque herida y golpeada,
perdura en el espíritu, en la palabra precisa,
y un día, el sol brillará, sin sombra ni traba,
sobre una tierra libre, justa y armoniosa.
