En las sombras del recuerdo,
como un eco sin final,
vuelve el alma a sus anhelos,
suspirando en el cristal.
Son las huellas de la vida,
sus caricias y su ardor,
van tejiendo en mi guitarra
viejas penas de un amor.
Dulce sombra que se asoma
entre acordes y dolor,
es la voz de tus promesas
susurrando en mi interior.
Y aunque el tiempo nos aleje
como el río al caminar,
tu sonrisa sigue viva
en las aguas de mi andar.
Eres brisa, eres lamento,
eres fuego y tempestad,
y en mi canto te retengo
como un sueño sin final.
Déjame en esta nostalgia,
déjame solo con mi voz,
pues en cada melodía
vives tú... mi viejo amor.