Remanso de Paz!
Bajo la sombra de un roble,
contemplando el manso río,
siento un placer en mi alma
que me causa gran desvío.
Lejos del mundano ruido,
en este lugar ameno,
la calma inunda mi pecho
y me siento muy sereno.
¡Qué hermosa es la soledad,
que brinda paz y sosiego!
La brisa acaricia mi rostro,
susurrando suaves notas,
y el canto de los jilgueros
mi corazón alborota.
Aquí, lejos de las gentes,
mi espíritu se recrea,
y la naturaleza misma
mi alma en calma recrea.
¡Qué dicha, qué gran fortuna
poder gozar de esta escena!
El sol va cayendo lento,
tiñendo el cielo de oro,
y el murmullo de las aguas
me arrulla con su sonoro.
Todo aquí es paz y quietud,
alejado del mundanal,
y siento que Dios me envía
su gracia celestial.
¡Qué dichoso me contemplo
en este sitio ideal!
Al caer la tarde, contemplo
cómo el paisaje se apaga,
y agradezco a la Providencia
que este remanso me traga.
Aquí, lejos de la gente,
mi alma encuentra descanso,
y en esta amena floresta
mi espíritu se hace manso.
¡Qué hermosa es la soledad
que me brinda este remanso!
