Amigos Molestos.
Recordando a Samaniego
No hay cosa más enfadosa
que un amigo preguntón.
Dijérase que es razón,
pero es carga pesarosa.
Siempre pregunta ociosa
la causa de lo que ves,
y, amigos, sabed que es
una impertinencia vana,
pues la razón más llana
es que así lo quiso el juez.
Preguntan por qué me visto
de esta o aquella manera,
y si les digo que es moda,
no se quedan satisfechos.
Quieren saber los secretos
de mi corazón y mi alma,
y si les digo que no hay nada,
no me creen y se enfadan.
Es un juego sin ganancia,
donde todos pierden la calma.
Y si les cuento un suceso,
quieren saber más detalles,
y si les digo que no sé,
me llaman desmemoriado.
Quieren saber lo que pienso,
lo que siento y lo que hago,
y si les digo que no quiero,
me dicen que soy un enigma.
Es un laberinto sin salida,
donde me pierdo y me enfado.
Pero yo les digo, amigos,
que no hay nada que saber,
que la vida es un misterio,
y que no hay que preguntar.
Que cada uno viva su vida,
y no se meta en la de otros,
que la curiosidad es vicio,
y que la discreción es virtud.
Así que dejadme en paz,
y no me hagáis más preguntas.
