Que el viento lleve el canto de mi gente,
que el español florezca en cada esquina.
No habrá decreto vil que lo detente,
ni lengua que se borre en la rutina.
Es voz de abuelos, tierra y sol naciente,
es eco de una historia que camina.
Resiste en cada boca, en cada mente,
se aferra con raíces que no expiran.
Que el miedo no condene su fortuna,
ni el odio le levante una barrera,
pues es un río, un mar, un sol, una luna.
No habrá poder que apague su bandera,
avanza libre, indómita y oportuna,
pues vive en cada boca que lo espera.