En la penumbra de un día gris,
te busco, Olga, en las palabras perdidas,
donde el eco de tu risa se entrelaza
con la brisa que acaricia las hojas.
El viento trae murmullos de esperanza,
susurra historias de un mundo mejor,
y en cada letra escrita con amor,
te encuentro, aunque el tiempo nos separe.
Los muros que nos rodean son fríos,
pero en mi pecho arde la llama,
un fuego que desafía las sombras,
un deseo de libertad que nunca se apaga.
Recuerdo nuestras charlas, dulces y largas,
las promesas de un futuro brillante,
donde la verdad florece en cada rincón,
y la justicia no sea solo un sueño distante.
A veces, la soledad pesa como plomo,
pero pienso en ti y en tu fuerza,
en cada lucha que hemos compartido,
en cada lágrima que se convirtió en canto.
Olga, en este laberinto de silencio,
te envío mis cartas, mis pensamientos,
con la esperanza de que un día,
nuestros caminos se crucen de nuevo.
Que el amor y la lucha nos guíen,
que nunca dejemos de soñar,
pues en cada palabra, en cada latido,
hay un eco de vida que no se rendirá.