Nace en el aire, sin nombre ni dueño,
vuela en las sombras de un tiempo sin ley.
Surge en el alma, sin mapa ni empeño,
brilla en lo incierto con fiebre de rey.
Canta en los labios que nunca pronuncian,
flota en la brisa sin rastro ni azar.
Juega en los ojos que nunca renuncian,
danza en las manos que ignoran temblar.
Sabe a misterio, a fulgor, a presagio,
rompe los mármoles de lo real.
Cruza los sueños con ágil corsario,
traza en la niebla su senda inmortal.
Nada la nombra, mas todo la sabe,
va como el viento, regresa al fulgor.
Sella en la noche su voz inefable,
ciega los miedos con puro esplendor.