En el fuego de mi alma, arden mis anhelos,
Tentaciones serpenteantes, susurrando sus ruegos.
La lujuria me tienta, con su dulce veneno,
Pero la virtud me llama, con su cántico sereno.
La riqueza me seduce, con su brillo y su poder,
Pero la humildad me recuerda, que la verdadera riqueza es el bien hacer.
El orgullo me envanece, con su vana ilusión,
Pero la modestia me enseña, que la verdadera grandeza está en el corazón.
La ira me consume, con su fuego abrasador,
Pero el perdón me libera, de su abrazo destructor.
La envidia me corroe, con su veneno mortal,
Pero la gratitud me eleva, a un eden sin par.
Oh, ansias y tentaciones, que asedian mi mente,
Lucho contra su poder, con toda mi vehemencia.
Pues en el camino de la virtud, encuentro mi salvación,
Y en la senda del bien, hallo mi redención.