Creí que el tiempo sería mi aliado,
que en sus giros hallaría sosiego,
pero el tiempo, en su paso ciego,
dejó mis anhelos en polvo olvidado.
Pensé que el amor siempre me aguardaría,
como un faro constante en la oscuridad,
pero el amor, en su brevedad,
pasó de largo sin dejar melodía.
Soñé con un mundo a mi medida,
donde la dicha no tuviera final,
pero el sueño fue bruma perdida,
espejismo que se vuelve irreal.
Y ahora comprendo que el viento arrasa
todo lo que intento asir con la mano,
dejando solo lo que en el alma pasa:
el eco breve de un vuelo lejano.