Oh patria, mi lamento se alza en una esquina,
como un canto olvidado que el viento deshojó.
Mi voz, un ruiseñor de nostalgias clandestinas,
que en lengua extranjera su pena disfrazó.
Me exilio en los caminos de rostros que no saben,
del beso de tus mares ni el oro de tu sol.
Aquí la nieve quema y los árboles no caben,
en sombras que me hablen de un cielo de color.
Oh patria, no me llames si nunca he de volver,
si todo lo que ansío es yermo en mi destierro.
Si el pan que aquí me ofrecen no sabe a mi niñez,
y el alba es un idioma que ignora mi desvelo.
¿Qué haré si en otro puerto me niegan tu bandera?
¿Qué haré si en cada esquina pronuncio tu dolor?
Si el llanto en mi guitarra no es eco de tu tierra,
y el vino no es el beso que me daba tu flor.
Oh patria, madre ausente, raíz que ya no abrazo,
me arrancan de tu suelo y no sé dónde estoy.
Mi exilio es un estribo perdido en otro paso,
mi vida es una nota que nunca regresó.