Tanto te busco, tanto te espero,
que en cada sombra tu imagen veo.
Eres el viento, dulce y ligero,
que roza el alma con tibio deseo.
Si cierro los ojos, vuelves intacto,
como un susurro que no se apaga.
Tu voz es eco, tu amor es pacto,
mi pena es llama que nunca embarga.
Más que el olvido, más que el abismo,
vive tu rastro sobre mi frente.
Aunque te alejes, sigues en mí mismo,
como un latido fiel y ferviente.
Si no regresas, si no te hallo,
serás mi sombra, mi eterno fallo.