En mares de silencio, el verbo calla,
su eco naufraga en brumas de su hastío;
la voz que alzó su canto tan bravío
se ahoga en la quietud que todo estalla.
Las olas de la duda son muralla,
mordiendo las raíces del sentido,
y el viento de la ausencia, endurecido,
sepulta la palabra que se halla.
Oh verbo, que en su fuerza fue estandarte,
hoy yace como sombra, sin presagio,
de un fuego que apagó su propia parte.
Mas siempre habrá del verbo un nuevo plagio,
renacerá del alma, del baluarte,
y huirá del abismo su naufragio.