El rojo filo de la palabra
La palabra es un cuchillo lento,
se arrastra desde la boca como si sangrara,
rojo como las venas abiertas en mitad del día.
El lenguaje, tajo que arde bajo la piel,
se clava en el aire con sed de quedarse.
Hay un rojo preciso para cada herida:
el rojo que se ahoga en la garganta del miedo,
el que trepa por los sueños y los devora
como una fiebre que no sabe dormir.
Lo dicho es trampa,
una víscera expuesta al filo de otros labios.
Lo no dicho, una bestia atada al pecho,
rojo oscuro, casi negro,
gimiendo su propio silencio.
¿A qué palabra le crecen uñas?
¿A cuál se le incendian los huesos?
Cada frase que lanzamos es un disparo,
un cuerpo que cae sin haber sido tocado.
El lenguaje siempre huele a sangre seca.
Bajo cada verso, un abismo de carne.
Bajo cada silencio, la amenaza del grito.
Rojo es el idioma del que muerde,
el que atraviesa sin promesa de cura,
dejando las letras abiertas como heridas.
Este poema busca capturar la intensidad visceral del lenguaje poético,donde la palabra se vuelve material, casi carnal, y el lenguaje adquiere tintes de violencia, fiebre y obsesión.
