La noche trae su manto de tristeza,
con sombras que susurran al oído,
y en cada lágrima se va el olvido,
cubriendo el alma entera de pereza.
Más siempre llega el alba con belleza,
despierta con su luz lo adormecido,
y en su fulgor renace lo perdido,
dejando atrás la sombra y su dureza.
Así el dolor se marcha con la brisa,
se pierde entre los hilos de la aurora,
y el alma, nueva, canta su sonrisa.
No temas si la pena se demora,
pues siempre llega el día que desliza
la dicha en cada rayo que enamora.