En codicia, nuestro ser el amor encierra,
Quimeras apartando de la dulce dicha.
El encanto se diluye tras promesas vacías,
Dejando solo restos de pasión marchita.
El amor, que anidaba en nuestros corazones,
Se ve arrastrado por la senda de la ambición.
Sus alas, antes libres, ahora están encadenadas,
Por el peso del ego y la desilusión.
Como meandros que serpentean sinuosos,
Nuestro amor se desvía, perdiendo el rumbo.
Las promesas se rompen, los sueños se desmoronan,
Y en su lugar solo queda un vacío profundo.
Oh, amor codicioso, tu abrazo nos asfixia,
Separando nuestras almas, robando nuestra paz.
Convierte nuestro ser en un campo de batalla,
Donde la pasión se marchita y el amor fracasa.