Unos cantan porque saben,
otros por mera gana;
yo canto por aplacar
un pesar que me acompaña.
La luna escucha mis quejas,
las estrellas son testigos;
en cada nota que suena,
se desvanecen mis sigilos.
El viento lleva mi voz,
susurra entre los árboles;
cada acorde que entono,
es un eco de mis males.
Canto al río y sus aguas,
que fluyen con calma y prisa;
mi dolor se hace canción,
buscando la paz perdida.
Los pájaros en su vuelo
me enseñan la libertad;
aunque el alma esté herida,
la música es mi verdad.
Así, entre versos y sueños,
voy tejiendo mi destino;
cantando por aplacar
el pesar que es mi camino.