Unos cantan porque saben,
otros por mera gana,
yo canto por aliviar
el pesar que me acompaña.
En cada nota se esconde
la tristeza que me daña.
El viento lleva mis penas,
las estrellas mi canción,
cada verso es un suspiro,
cada rima, una razón.
Canto para no perderme
en la sombra del dolor.
Si la luna me escucha,
le cuento mi desventura,
cada lágrima en mi canto
se convierte en ternura.
Así mi alma se alivia
de su pesada armadura.
Mi guitarra sollozante
acompaña mi lamento,
en sus cuerdas va el recuerdo
de un amor que fue tormento.
Canto porque al recordar
voy sanando mi tormento.
El río lleva mi canto
como un susurro lejano,
y en su corriente se lleva
mi dolor tan inhumano.
Canto para que el olvido
me acaricie con su mano.
Y al final de mi jornada,
cuando el silencio me llama,
mi canto será el refugio
que me cobija en su llama.
Canto porque en mis estrofas
la esperanza nunca se apaga.