Beatitud!
En la quietud del alma, donde el mundo se deslíe,
Y solo queda el eco de un canto que se humedece,
Allí te encuentro, oh, Dios, en la luz que me envuelve,
Y mi ser se transforma en un altar que te ofrece.
Divina beatitud, que inunda mi interior,
Con la suave caricia de tu amor consolador,
Las penas se disipan como niebla al amanecer,
Y un nuevo horizonte de esperanza puedo ver.
En la fuente sagrada de tu gracia infinita,
Mi espíritu sediento encuentra paz exquisita,
Las dudas se aquietan, la fe se fortalece,
Y un canto de alabanza en mi corazón florece.
Oh, Divino Pastor, que guías mi caminar,
Con tu mano amorosa me enseñas a amar,
A través de las tormentas, tu luz me da valor,
Para alcanzar la dicha de tu eterno resplandor.
En la unión sagrada, donde el alma se extasía,
Y se funde contigo en celestial melodía,
Encuentro la plenitud, la dicha verdadera,
Divina Beatitud, por siempre y por siempre sea.
