En el silencio del alma serena,
Se revela un destello de lo eterno,
Una luz que trasciende lo terreno,
Y nos eleva a un plano más supremo.
Divina beatitud, dulce consuelo,
Que calma las tormentas del vivir,
Nos muestra la belleza del misterio,
Y nos invita siempre a persistir.
En la quietud se escucha el universo,
Susurrando verdades sin igual,
El corazón se vuelve más inmenso,
Abrazando lo simple y lo esencial.
Oh, divina beatitud, gracia infinita,
Que nos recuerda nuestra propia luz,
En ti encontramos paz, fuerza bendita,
Que guía nuestros pasos con virtud.