Fuiste semilla noble en la tierra de mi pecho,
un susurro callado, un misterio en acecho.
Con tus manos de lluvia me araste en silencio,
y en mi árido suelo brotó el sentimiento.
Cada día fue un rayo, fue un riego, fue un canto,
y en mi ser germinaba un amor sin espanto.
Tus palabras, semillas que el viento llevó,
se volvieron raíces donde el alma creció.
Hoy florece en mi pecho la vida encendida,
un jardín que tú cuidas con ternura extendida.
Somos troncos unidos, ramajes sin fin,
hojas verdes que danzan al compás del jardín.
En tus ojos me miro, en tu abrazo florezco,
eres tierra y destino, eres sol que merezco.
Nuestro amor es la siembra de un lazo sin fin,
un rosal en el tiempo, un eterno jardín.
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Amor sembrado y florecido2
Fuiste semilla noble en la tierra encendida,
un susurro callado que avivó mi vida.
Con tus manos de lluvia sembraste pasión,
y en mi árido suelo brotó la ilusión.
Cada día fue un rayo, fue un canto al amor,
en mi pecho brotaba tu fiel resplandor.
Tus palabras, semillas de un lazo sagrado,
se volvieron raíces, amor aferrado.
Hoy florece en mi pecho la vida sin fin,
un jardín que renace en nuestro jardín.
Somos troncos y hojas que el viento ha mecido,
hojas verdes que danzan al ser compartido.
En tus ojos me miro, en tu abrazo florezco,
eres tierra y destino, el sol que merezco.
Nuestro amor es la siembra de un sueño divino,
un rosal sin espinas, eterno camino.