Arthur Rimbaud: el niño poeta
En la bruma dorada de un sueño temprano,
bajo cielos de fuego y ríos de armiño,
nació un niño errante de verso profano,
un alma rebelde, un loco, un niño.
Sus ojos, relámpagos en noche estrellada,
su pluma, relinchando como un potro sin riendas,
y en cada palabra, su esencia incendiada,
un soplo de furia, un grito sin vendas.
Forjó con sus letras paisajes de asombro,
calles de alquimia, de azufre y de miel,
y huyó de su sombra, perdido en el hombro
de vientos salvajes y un barco de hiel.
Mas era un cometa de estela fugaz,
una llamarada que ardió sin clemencia,
dejándonos solos, con su luz detrás,
con su juventud convertida en ausencia.
Rimbaud, niño errante, profeta y poeta,
duermes en versos que nunca envejecen,
sigues danzando, con llama secreta,
allá en los abismos donde los ángeles crecen.
