Hoy la amante eterna, musa encendida,
derrama su ánfora de inspiración;
me ofrece en susurros la dulce canción
que arranca del polvo la esencia de vida.
En su luz milenaria se halla escondida
la llama que alumbra mi lenta oración;
un río de versos en mi corazón
fluye sin cauce, mas nunca es perdida.
Bajo el sauce dormido, la sombra espera,
y en su seno el misterio deja su huella;
el canto del tiempo mi alma libera.
En cada palabra su fulgor destella,
pues de su fulgente caricia sincera
nace la poesía que arde en la estrella.