Entre calles de asfalto y memorias,
se alza la urbe, testigo mudo de historias.
Farolas tenues iluminan las esquinas,
donde el tiempo se detiene y se inclina.
Rostros anónimos cruzan avenidas,
cargando el peso de sus vidas.
El humo de las fábricas dibuja en el cielo
un manto gris de nostalgia y desvelo.
En los bares, el tango llora amores perdidos,
mientras la noche abraza a los desvalidos.
La ciudad respira, palpita y suspira,
en cada rincón, una historia transpira.
Los edificios, gigantes de concreto,
guardan secretos en su interior inquieto.
Y en las plazas, donde las palomas reinan,
ecos de risas y llantos aún resuenan.
Oh, ciudad de contradicciones y anhelos,
de sueños rotos y nuevos consuelos.
En tu seno, la vida y la muerte danzan,
mientras tus hijos hacia el futuro avanzan.