El hechizo del mundo: nutrisco et extinguo.
“Alabado sea el Estúpido en lo alto,
alabadlo países celestes, porque Él manda”.
Salmodias en tu gabinete estas palabras
ahora que Europa no semeja nada a una mesa en Lhardy.
Los ojos vueltos a las “Memorias” de Metternich
leídas anoche, la cabeza apoyada en la mano:
golpea el fulgor de la primera luz del día.
Atento: feministas teñidas sansirolés con falda
chillona, vocingleros taberneros campanudos, hastiados
jóvenes ataviados con capas oscuras y móvil. El Arte es vano
y quimérico. La Cultura va muy para atrás. Atento:
libros escritos sin estilo Beaux Arts, entre la incompetencia
y la inexistencia; torpor vegetativo de esos bohémien
con brutez en el hígado. Mira: cenizoso y presbiteriano
Tiempo de grisalla espantosa. El aire es tosco igual
que si lo tabletearan ronquidos de tanque.
Tiempo de serpientes y ratas mojadas en el baño.
Tiempo sin lugar para la memoria y el futuro.
Se oyen afuera botas militares desfilando.
No salgas, quédate en tu despacho esbozando unas pocas líneas.
La Historia, fea y falsa, sin Brillo, Genio ni Sabiduría.
Tan lejos del coronamiento de un emperador romano.
¿Podrán las Legiones acabar con la sublevación bárbara?