Todos callados, menos el mar. Todos hablando, menos yo.
Este ardor te induce a las crónicas,
y ese humeante a depauperar tu alma,
aunque a la vez lo demandes.
Me siento distante a tu mundo,
nace el frecuente oscilo de mi palma al verte, ¿no es acaso muy raro?
Avivar mi ser en el porvenir, algún día seremos salvos.
Por cambiar una palabra se perdió el relato, no importa,
tampoco había uno, solo vos.
—Solos... tú y yo frente al mar, ¿solos?
—¡No entiendo!
—Basta, es suficiente.
—Déjate llevar, perdete.
—No, cuídate, ten miedo, resguardate.
—¡¿Quieres parar?!
—No, ahora eres mi prisionero, ¿Piensas librarte fácil de mí?
—Por favor déjame en paz, solo quiero mirar, mirarme y realmente verme a mí. Estoy cansado de vos, estoy cansado de este yo, aunque no sea.
Basta, necesito descansar.