Del eros, tales como se conceptuó al arte,
la naturaleza y al conocimiento por generalidad,
había nacido una filiación por admiración.
Tan similar al ágape, y es que se vive como tal.
Ni Diotima le otorgaría una definición de contraparte.
Es locura divina, no como una mera idiotización sin precedentes,
presenta su seguridad, seguridad al tacto, a la mirada, y a las palabras,
que lentas se escurren por tu psique.
Temblor de plenitud, abarcaría sensaciones en un brote de resplandor.
Si por el coste de los pasajes lograrían llevar a tu comarca al puerto deseado,
sería un sinsentido, es tu comarca la que te otorga aventuras a ultramar,
no existe como tal aquel porfiado puerto.
Del Eros, puesto que solo incrementa con el tiempo.