#Cubanos #Matanceros #Mujeres #SigloXX #SigloXXI
Era un dios nocturno cuando le encontré. Sin padre en la mesa, sin mesa tal vez. Yo le dije: espada,
Callados, por la tarde, gravemente… sin elegir el sitio de la tierra, tú y yo nos besaremos como en guer… hasta quedarnos fríos frente a fre… Yo, cada vez más tumba que se ahon…
Otra vez la batalla lenta y verde: tu perfil de muchacho resonante asomándome el fuego, y un instante de temblor en mi labio que te muer… Otra vez los dos ciegos y el hundi…
Te levanto la noche de la vida. Deshilvano una luz para tus sienes… Te visito en el agua y no me tiene… Cuando llego ya soy la despedida. Se desangra tu voz como una herida
Estoy sobre la tierra, con mi fren… despidiendo las nubes del paisaje. Le regalo un suspiro al sol ponien… yo no me voy de viaje. Y comprenden el grito este que cal…
Cuenta el pobre los fósforos y el rico sus palacios; aquél se ha salvado de las adulaci… y el dinero. Sus manos no pueden aplaudir en la…
No es el modo casual con que camin… ni el dibujo inexacto de tu mano: es tu ruda tristeza mal vestida quien se pone de acuerdo con los a… Cansado de nacer para los ángeles,
Errática, sin vino, profesional del fósforo, cuando tú haciendo un remolino de ilusiones,
No voy a nombrar a Oriente, no voy a nombrar la Sierra, no voy a nombrar la guerra –penosa luz diferente–, no voy a nombrar la frente,
Como agua pequeñita, como aurora resplandeciendo así sobre la cara, como un signo de Dios que se secar… para borrar su marca ya incolora; como un cristal alegre que demora
Éste es mi corazón: el partidario de los días callados y las frutas. Hace sus fiebres raras y absolutas y yo lo pierdo en mí. Soy su sudar… Nadie sabe el misterio que convoca…
Llegué de noche. La luz era difícil; el cuarto pobr… Desnuda yo parecía un juguete de oro. Volví a vestirme
Es necesario a veces quedarse en u… mirando con desdén a la gente que… Es necesario a veces salir de nues… y averiguar por dónde el cielo se… Y resulta prudente beber la medici…
I Hugo Ania Mercier: yo te quería. A tu cuerpo de hombre agonizante que irradiaba dolor como un diaman… a tu paso que insiste todavía,
No quiere que montes en un columpio ni en el delfín de los rebeldes; no quiere que vengas