Por saber tuyo el vaso en que bebías,
Una tarde de junio lo rompiste.
Bebió la tierra el agua, limpia y triste,
Y ahora tienes la sed que no tenías.
Quizá otra vez vendrán tus buenos días
Y bebas sin mirar, como bebiste.
O quizá el vaso en el que te ofreciste
Otras manos lo quiebren, no las mías.
Igual que el que de noche se despierta
Y busca cerca el agua preparada,
Te buscó a ti mi voz y no escuchaste.
Pon a tu corazón desde hoy alerta:
No nieguen a tu sed enamorada
El mismo sorbo aquel que derramaste.