Arrebátame, amor, águila esquiva,
Mátame a desgarrón y a dentellada,
Que tengo ya la queja amordazada
Y entre tus garras la intención cautiva.
No finjas más, no ocultes la excesiva
Hambre de mí que te arde en la mirada.
No gires más la faz desmemoriada
Y muerde de una vez la carne viva.
Batir tu vuelo siento impenetrable,
En retirada siempre y al acecho.
Tu sed eterna y ágil desafío.
Pues que eres al olvido invulnerable,
Vulnérame ya, amor, deshazme el pecho
Y anida en él, demonio y ángel mío.