Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Viaja ligero si quieres llegar lejos: la felicidad.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.